La historia de esta canguesa, se remonta al siglo 17, cuando numerosas mujeres de Cangas do Morrazo, fueron juzgadas por la Inquisición, por supuesta brujería.María declaró ser bruja desde los 20 años y haber tenido actos nefastos con el demonio, por lo que fué torturada física y psicologicamente, luego pidió clemencia al Tribunal y proclamaba su arrepentimiento, pués aseguraba que jamás había renegado del corazón del Señor, pero sí de su palabra.Pero la condena llegó y fué sentenciada a la confiscación de sus bienes y obligada a portar el hábito penitencial, durante medio año.No se sabe si llegó a cumplir toda su pena, porque probablemente, su vida no duró mucho más. Las secuelas físicas del tormento, no podian dejar de notarse. Su acta de defunción, aún no ha sido encontrada, tal vez algún día descubramos, donde reposan sus castigados restos.Otras muchas "brujas", fueron juzgadas durante estos años. Estas pobres infelices, merecen el respeto de los héroes anónimos, de un pueblo que tuvo que sufrir, los abusos y la avaricia infame de unos pocos. La memoria colectiva, las recordará no como magas, si nó como relamente fueron, personas de carne y hueso , con sus miserias y grandezas.
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Nos areales de Cangas,
Muros de noite se erguían:
Ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As gueivotas sobre Cangas
soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Baixo os tellados de Cangas
anda un terror de agua fría:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
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